Bienvenida

Un nuevo blog, llamado historias...

Tal vez leas de alguien que te he contado, tal ves leas tu historia. Algún punto donde tu historia se ha cruzado con la mía. Tal vez no sea como tu la recuerdes, ni como yo lo hago... el tiempo va borrando ciertos detalles, pero la esencia permanece.

martes, 16 de septiembre de 2014

Yo y mis Monstruos.

Esta entrada esta escrita con mucho dolor, con la esperanza de que ayude a reconciliarme con los monstruos que habitan bajo mi piel, entre la coraza y las defensas maniacas. Escondidos debajo del caracter fuerte y mal hablado, asechando, buscando el momento idóneo para salir y destruirlo todo.

Hablo de mis monstruos como parte de mí, sólo que los he escindido por mi salud mental.  Porque no los quiero, estoy peleada con ellos.

Cada uno tiene un nombre, procuro encerrarlos todos, guardar la llave y olvidarme de que existen.  Pero  actúan, salen en lapsus, en actos fallidos, en procastinaciones innecesarias, en autosabotaje.  Y finalmente destruyen lo que me cuesta tanto trabajo crear: mi estabilidad.

Esta mala costumbre mía de dejarme caer, de no tener fuerza suficiente para resisitir.  Esta minusvalía autoimpuesta.  El pesimismo crónico que deja estragos, desesperanza aprendida. El valor preponderante que pongo en las cuestiones ajenas a mi,  a lo que sé creo que quiero y sin embargo no me dejan avanzar en ese sentido, es un freno que hace mi andar lento, que recarga mis hombros con lastre de hierro.

La priorización de una norma social sobre los deseos y anhelos, es la contraposición inherente al ser humano: el deber-ser.  Que es la voz que la sociedad ha programado en nuestro interior para que suene  cada ves que intentemos dejar de cumplir con los estereotipos marcados.  Que nos insta a seguir por el camino más transitado, esta voz que sólo se calla en contadas ocasiones logrando que yo sea feliz, sin preocuparme por el mañana, por lo que debería tener o hacer, y simplemente me dedico a ser.

Entiendo porque mis monstruos son monstruosos: los he dejado crecer, los he nutrido con prejuicios, con desolación y falta de soledad, con cobardía y falta de interés.  La única culpable soy yo.

Estoy harta de mí, de mis tendencias suicidas y cobardes, de mi falta de control.  De mi labilidad emocional y falta de carácter.  Estoy hastiada de estar donde estoy, aún no sé si pueda estar más hundida, no sé si he llegado al fondo.

El único fondo que he visto es el de las botellas... y ya no quiero verlo.  Es la llave que libera y alebresta a los monstruos, les da voz y control.

No quiero dar lástima, ya no quiero mi debilidad, ni mi ansiedad.  Quiero regresar a mi estado de serenidad y prudencia.  De sabiduria y tranquilidad.  Digo si es que alguna ves lo tuve.